Revista Lucarna

Una Mirada sobre las artes emergentes

Poesía + Fotos para todos los gustos

Se pueden leer, pero también mirar

Libros para leer en otoño

En la arena, el pasto... o el asiento del colectivo

Usted Está Aquí, de Natalia Chami y Romina Bulacio Sak

Entrevista a las creadoras de esta impredecible experiencia teatral

Lunas Cautivas – Historias de poetas presas, de Marcia Paradiso

Documental sobre tres mujeres, tres historias y un penal

Fragmentos de Colorblind, de Pablo Gabo Moreno (Poesía)




1



la única vez que me guarecí en el balcón la ventana esférica
mostraba tu cuerpo decúbito
y el volumen de las vísceras 
urdían travesías jadeantes 
asesinando el maquillaje opaco de la vida monocorde 


2

poroso atuendo para sugerir fragilidad humana si las hay 
un siseo gordo
traza la circunsferencia
del concurso de los creyentes 
soy identidad

no soy oposición


3

no te animas a decirlo
porque te atormentas de nada
y te avergüenza
cuando no deberías
porque no está tan mal
ser pasivo e impávido
de los transeúntes
que no aman como vos
ni tampoco tienen libros de Onetti 
guardados con una rosa marchita en la página 3 escrita
“fuma poco, cuidáte”
te ama tu mamá
y aunque ese libro no te pertenecía 
lo hiciste tuyo por necesidad, 
esa misma que nadie entendió 



Un poco acerca de Pablo Gabo Moreno:

Nació en 1974 en la ciudad Caleta Olivia de Santa Cruz. Tiene tres libros publicados Monóculo para le estrella de Ediciones CLIA (2002), Tu Rito de  Ediciones Marfil Seda (2014) y Colorblind de Editorial VOX  (2015). Administra el web site 1 poeta 10 preguntas y desde hace 5 años lleva mas de 200 entrevistas a poetas Argentinos. Actualmente trabaja con su emprendimiento editorial CALETA OLIVIA dedicado íntegramente a edición de poesía contemporánea argentina. En Octubre del 2015 estarán en la calle los 2 primeros títulos con lo cuales se inaugura el catálogo.

Nadie tiene por qué saberlo, de Beatriz Mosquera (Literatura)



Una pequeña ciudad de la llanura bonaerense. Un pueblo de campo. Un caldo de cultivo para los prejuicios, los miedos, los mandatos, el castigo a las inevitables transgresiones, las que salen a la luz, al menos. En la novela de Beatriz Mosquera Nadie tiene por qué saberlo el escenario de los hechos es ése, pero ésa también es la síntesis de todos los móviles de la vida de los personajes: cómo llevar a cabo roles y deberes familiares-sociales, cómo hacer el propio camino, a pesar de los dedos indicadores-acusadores, cómo ser uno mismo cuando el entorno construye desfachatadamente quién y cómo cada uno de los otros debe ser y actuar.

Hay dos grupos aquí, uno que existe en el silencio y la complicidad y que, poco a poco, a  partir de las circunstancias y los desafíos, va emergiendo y enfrentando al otro, un bronce frío y enorme. El primer grupo: Elisa, protagonista y heroína, su mucama y nodriza de sus hijos, Antonia, la tía de Elisa, Dalmacia, “solterona”, costurera, inminente escritora, muerta a pocas páginas del inicio del libro, el padre Alberto, sacerdote del lugar por décadas. El segundo grupo: la madre de Elisa y su estirpe de fundadores del pueblo, las vecinas y familiares chismosas, narradas como mujeres reprimidas-represoras domésticas, los hombres de tierras y poder, entre ellos, Osvaldo, marido de Elisa, con quien tiene tres hijos.

Quizás podría atinar un tercer grupo que se desprende del primero: los fantasmas. Dalmacia muerta es el fantasma que reaparece para Elisa, para Antonia, para Alberto, es la guía a quien ellos necesitan recurrir para sentirse acompañados en esas calles señalizadas por la normalidad y el castigo a lo que cuestione sus reglas. También los fantasmas interiores que, como Dalmacia, para estos personajes, suponen la presentación del propio yo multiplicado tantas veces como pudo haber sido clausurado, para ser finalmente la aceptación de quien, por ejemplo Elisa, por ejemplo Alberto, descubren que no se habían animado a ser.

El personaje que funciona como chispa para que todo se incendie en Elisa, en Osvaldo y en el pueblo es Thelma, expobladora que emigró a la ciudad y volvió a resolver cuestiones de herencia. Y que, sin buscarlo, se enamoró de Elisa, descubriendo juntas una nueva experiencia del cariño y de la sexualidad. El triángulo: Osvaldo se vuelve loco por Thelma, viejo amor de juventud (antes de abandonar sus sueños de tenista y conformarse con una vida de escritorio, dinero y ceño fruncido), cuando ella le pide que resuelva sus asuntos contables para regresar pronto a Buenos Aires. 

Tensión sexual, relatos de la vida vivida o deseada, el hombre sobrando entre ellas dos, el hombre aprovechando las confusiones y los miedos de Thelma, de Elisa, él mismo descubriendo los propios, encontrando qué quiere en esa adultez sin sentido. Elisa juzgada por su madre y todo el pueblo, Elisa resistiendo refugiada con sus hijos en la casa de Dalmacia y su fantasma.Thelma muda, raptada. El triángulo hecho de cuerdas que se van aflojando.

Ocurren varios procesos muy hermosos en esta novela. Nombro algunos:


  1. Los narradores alternan sus voces tan dinámica e intempestivamente que los lectores no podemos soltar la página; la fluidez de voces y pensamientos se contornea en el ritmo de los sucesos y de las reflexiones que hace o bien un narrador externo a las diversas historias, o bien la conciencia de tal o cual personaje.
  2. Abundan reflexiones que se necesitan marcar con lo que se tenga a mano (un lápiz, un trozo de servilleta, un señalador). Les dejo una de tantas: “Alguna vez habría que señalizar el mapa del territorio, a cielo abierto, que es cada mujer, piensa”[Elisa].
  3. En cuanto a las historias, el camino de descubrimiento interior y de los otros que lleva a cabo Elisa, como “oveja negra” de su familia, como refugiada emocional de su tía Dalmacia, como esposa despreciada e ignorada, como madre culposa y como mujer virgen de placer, de amor, merece una lectura particularmente comprensiva, desprejuiciada, neutra para encontrar como lector a esa protagonista en su búsqueda. Esta cita la comparto porque cifra de alguna manera lo que acabo de decir: “Se abraza al cuello de Elisa, apoya la cabeza sobre su hombro. Ella siente en la mejilla el cosquilleo del pelo de su hijo. Le basta para sentirse bien”.

En Nadie tiene por qué saberlo los protagonistas buscan, justamente, empezar a saber, casi renegando de tener que hacerlo y, a la vez, con una urgencia por no salirse de esa tarea. 

Detalle
Autora: Mosquera Beatriz.
Título: Nadie tiene por qué saberlo. 
Editorial: Ediciones Deldragón, Buenos Aires, 2014.
ISBN: 978-987-1884-27-8.
Páginas: 249. 
Precio: 150 Pesos.

Fragmento de Espinas, poemario de Pamela Neme Scheij



Servirle la cena
el licor de anís. Suspiraba
para aguantar el llanto.
Desoía cada palabra
enlos gestos
de su madre. Fija
frente a las hornallas
esperaba el final, un plato
de nuevo limpio, la casa
sin patrón.

**


Con las lágrimas
entrando en su boca, solito
en el ahogo, animal
repetía:       
que ya no regresen
que ellas no esperen su llegada
y él pueda cuidarlas 
como un ángel bueno.
Que se ausenten los hombres
de su familia
de todo recuerdo. 

**

El té de a traguitos
en los sillones de pana
jugaban a ser personajes
de las novelas que Lavive leía.

Papá acariciaba a su hermana
como un enfermeroo un mago
reteniéndolaingenuo
en este mundo.

Ella se murió
recostada entre sus libros
un resto de piel
pálida y agua. 

**

Como Nadua en la niñez
tatué nuestro linaje
en mis brazos.

Líneas, sombras que acomodan
cada pena, entrega y esperanza
en su lugar preciso.

El vibrar de tu voz, papá
entrama los vestigios
de esas memorias
ya casi sin dueños.
No quiero
que se disuelvan. Escribo
todo lo que puedo.
Lo hago
como si tejiera a dos agujas

con dos espinas.

Cuerpo, Ciudad y Basura 2015 (Agenda)


Cuerpo, Ciudad y Basura 2015


Es un proyecto de intervenciones urbanas que convoca a diferentes artistas que con sus miradas y poéticas particulares intervendrán el espacio público de la ciudad de Buenos Aires con un eje temático: el cuerpo y la basura en la ciudad. El mismo está dirigido por los artistas Adriana Barenstein, Sergio Pletikosic y Juan Pablo Amato. Cuerpo, ciudad y basura 2015 cuenta con el apoyo de Mecenazgo Cultural.

El proyecto aborda la danza y la performance en posibles cruces con otras poéticas y reflexiones. Se inscribe dentro de los lenguajes contemporáneos del arte. Intenta acciones artísticas de construcción de sentido imaginario, para habitar perceptiva y sensorialmente la ciudad. Propone la reflexión, la investigación y la producción de obra para trabajar una posible conexión simbólica entre el cuerpo y el entorno, a través de la mirada de los artistas.

En 2015, el tema central de Cuerpo y Ciudad es “la basura”: Las intervenciones urbanas girarán en torno a esta temática, trabajando lo residual,  lo que se desecha y recupera para volver a construir. Lo descartado y  subvaluado. Los desperdicios.

Sobre Cuerpo y Ciudad

El proyecto propone ensayar nuevas formas de percepción colectiva a través de una suerte de arte geográfico. La coherencia y la estructura de realizar una acción del aquí y ahora que se proyecte infinitamente en la ilusión, la fantasía y la imaginación de la gente. Que abra millones de posibilidades nunca sospechadas. Y que permita también incluir la reflexión que supone el acto poético. Favorecer situaciones de encuentro y discusión para que se multiplique aún más esta experiencia.

Cada intervención crea un espacio donde dibuja su personal poética, con sus posibilidades y sus límites. Cada obra “es” en relación a ese fondo que las contiene, una tensión irresuelta entre cada mundo en sí mismo y el entorno –la totalidad de las obras y los espacios en su simultáneo transcurrir, y esas obras contenidas en un espacio y ese espacio contenido dentro de la ciudad.

Hay dos conceptos en tensión: el de localización de las acciones en un lugar y el de deriva, desplazamiento y circulación: incluso la posible invasión entre los artistas entre sí y con el público. Y la resonancia de cada uno con el resto. Una resonancia que a veces incluye el conflicto territorial. Pueden ser fragmentos dispersos de una totalidad que solo el espectador que los transita podrá abarcar. Y siempre con una mirada parcial. El espectador elige sus trayectos, cada trayecto genera diferentes tensiones.

Podríamos pensar en mapas. Cada obra / performance condensa energía, la reagrupa, la dispersa, la multiplica. Son rastros, marcas, improntas en esa superficie – espacio.. Lugares más escondidos, más expuestos o más imprevistos. También existe el espacio vacío entre obra y obra. Es el espacio que contiene a todas estas obras lo que termina de organizar la construcción de la totalidad. La circulación está dada por el público que conecta esa diversidad.

El sentido de la obra está en eso que la vincula a un recorrido, que va más allá de cada una de las intervenciones tomadas aisladamente. Esa interacción es visible para el público, a veces invisible para cada uno de los artistas. Es relativamente visible. Como son los espacios, los ritmos, y los recorridos urbanos.

Historia de Cuerpo y Ciudad 


El proyecto se inicia en 2009 bajo el nombre El Infierno de los Vivos. El eje de las dos primeras ediciones (2009 y 2011) está puesto en la ciudad como espacio, como territorio. Se recorrieron diversos paisajes, tanto de Buenos Aires como de Santa Fe Ciudad, para trabajar esta tensión cuerpo-entorno: Itaú Cultural, el edificio del ex Padelai, el CCBorges, el CCRojas, CCEBA, el Puerto de Santa Fe, el Teatro Municipal de Santa Fe, las estaciones de subte de Buenos Aires, el Premetro, calles de la ciudad, etc.

La edición 2014 se propuso como eje la memoria y así trasladó el foco del espacio al tiempo. Trabajar con la noción de “archivo”, fuentes con las que contamos: fotos, diarios, postales, cartas, videos, página web, notas, y así reconstruimos un espíritu o aire de época que acompañó a cada una de las ediciones y que nos permitió esta nueva narración. El propósito fue recorrer las capas de sentido depositadas a través de estos seis años de Cuerpo y Ciudad, y poder componer obra con ese material. Material biográfico, el cuerpo es el cuerpo de la obra por un lado, el de cada uno de los artistas que acompañaron este proyecto, por el otro. Recorrimos las transformaciones, devenires, permanencias y cambios en todos estos años y así abordamos  la construcción de una trama, la ficción y el relato de los cuerpos con sus diferentes voces y con sus modos temporales de habitar el mundo. Nos propusimos dar visibilidad, recordar, rememorar, registrar. Tener memoria.


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Mujeres alfa, de Soledad Virasoro (Literatura-Entrevista)




"A los nueve años leí 'Cyrano de Bergerac', de Edmundo Rostand, y mi vida amorosa quedó arruinada para siempre", cuenta Soledad Virasoro en el prólogo de Mujeres alfa, libro en el que despliega una curiosa teoría en la que los géneros se dividen en las 'mujeres alfa' y los 'hombres 2.0'.

El avance que le da Virasoro al lector con esa declaración no puede más que marcar el rumbo del texto. No se trata de un libro optimista, sino más bien de uno en el que la catarsis emerge para que quien la reciba pueda discutir o acordar con ella, y reírse un poco de cómo nos tomamos ese asunto tan serio que es el amor.

Te invitamos a conocer más sobre esta escritora, dramaturga, bloggera y actriz en la entrevista que sigue: 

Revista Lucarna: ¿Cómo se gestó el libro?
Sole Virasoro: Desde muy chica mi sueño fue escribir un libro. Pero siempre pensaba que antes tenía que hacer otras cosas, pasar determinadas etapas. Hasta que un día como cualquier otro, me dije 'estoy lista' y después de un año muy intenso de trabajo ya estaba haciendo la presentación del libro junto con una línea de ropa desarrollada por Exclam!, un comic y la idea de un piloto para televisión.


RL: ¿Cómo llegaste a la construcción de las categorías ‘mujeres alfa’ y ‘hombres 2.0’? 
SV: Estaba juntando información para mi libro cuando me crucé con el término 'mujer alfa' y me di cuenta que era la descripción perfecta de la protagonista de mi historia. Sabía que iba a cruzarse con muchos hombres que serían malos para ella y entonces me pregunté '¿Por qué una mujer inteligente, independiente y hermosa sale con tarado?' Y allí estaban las culpables de siempre: las redes sociales y las aplicaciones para conocer gente. Era el terreno ideal para que los caminos de una mujer exitosa, con muy poco tiempo para salir y un hombre que tiene mucho tiempo libre, se conocieran. Por eso los hombres de este libro terminaron siendo 2.0

RL: En tu libro se plantea un gran problema común: la insatisfacción. ¿Qué te llevó a ahondar en este tema? ¿Creés que existe solución?
SV: Tengo amigas y amigos por igual y todos terminamos diciendo lo mismo, buscando lo mismo, pero no lo encontramos. Si los hombres y las mujeres buscan el amor pero no lo encuentran ¿qué es lo que pasa? ¿Dónde está la trampa? Como toda persona curiosa, no podía dejar de comenzar mi investigación y creo que la base de esa insatisfacción generalizada está en que, en términos de comunicación, tenemos el mal del 'niño rico' y estamos aburridos de lo que nos sobra. 

Y sí, creo que tiene solución y es desconectarnos un poco de la computadora, el celular y volver a tomarnos tiempo para las relaciones. Una pareja o una amistad necesitan tiempo y dedicación, compartir momentos y crear los espacios para poder lograr la intimidad de lo que realmente nos pasa.

RL: Te vimos trabajar bastante desde el humor (desde tu blog, el teatro y ahora desde tu libro), ¿qué herramientas te da para poder crear?
SV: No hay una estrategia en mi uso del humor sino que es la forma en la cual veo el mundo. Soy naturalmente optimista y alegre, y quizás sea una herramienta de supervivencia antes que una herramienta para poder crear. Incluso cuando estoy enojada lo hago en tono de humor. Hace un tiempo fui a una ferretería buscando 'el coso del cosito' y, como no tenía idea de cómo se llamaba, lo llevé para mostrarlo. Me atendió un hombre muy malhumorado y con pocas ganas de trabajar. Me dijo que no tenía. Le pedí un pegamento. Tampoco tenía. Unos tornillos. Tampoco tenía. Le pregunté a cuánto vendía la cocaína.

Si tomo ese pequeño percance y le agrego algunas pocas pinceladas, ya tengo una historia. Por eso a veces me parece que no estoy creando, sino apenas haciendo un copy-paste de la vida misma. 

RL: Hace un tiempo encaraste el Stand up Qué vida de M… mujeres, donde tocaste temas similares a los del libro. ¿Qué es lo que te lleva a escribir sobre el mundo femenino y sus problemáticas?
SV: Hace por lo menos un par de cientos de años que la mujer está en lucha entre lo que la sociedad le dice que debe hacer y lo que quiere ser. Nos dijeron que tenemos que ser flacas, lindas, simpáticas, madres, esposas, cocineras, lavanderas; que tenemos que limpiar la casa y tener las manos suaves, pero para tocar a pocos hombres porque si no, sos una trola. 

Parece una queja de los años 60s, pero sigue vigente. Tengo un recuerdo muy vívido de mi clase de preescolar. Nos hacían sentar en ronda y elegir una 'isla de juegos', donde habían bloques enormes de madera para armar cosas que yo adoraba, unas mesas con revistas para ver y colorear, alguna otra actividad que no recuerdo y 'la casita'. Odiaba la casita con todas mis fuerzas y como nunca la elegía, las maestras me obligaban a ir a ese rincón infame donde no había nada divertido para hacer. 

No sé qué buscaban las maestras obligándome a jugar a la casita, pero más de 30 años después sigo eligiendo los libros y la construcción de mundos. ¿Y eso hace que yo me tenga que perder estar en pareja o ser mamá? A mí me parece que no. Pero todo eso hace que el mundo femenino esté en constante conflicto y donde hay conflicto hay siempre una historia para contar. 

RL: ¿Tenés alguna referente que te inspire? 
SV: Me gustan las escritoras que además son actrices y productoras, mujeres renacentistas que se interesan en todo y conocen cada paso del proceso y si son humoristas mejor. Como Tina Fey, por ejemplo.

RL: ¿Estás trabajando en nuevos proyectos?
SV: Sí, en un programa para televisión llamado The Weekly Girly Show. Se trata de un noticiero humorístico pero desde una mirada femenina. Es un proyecto que me da mucha felicidad porque tenía muchas ganas de generar un contenido audiovisual y porque logré reunir un equipo increíble que se sumó a la experiencia de realizar un work in progress público que se fue subiendo a Youtube. Todos estábamos de acuerdo en que fue una experiencia muy rica, de mucho aprendizaje, por lo que empecé a publicar todos los problemas que enfrentamos. El resultado es casi un manual de cómo sobrevivir en la autogestión creativa.

Mientras tanto Mujeres alfa sigue creciendo como marca y estamos por lanzar una línea de sex shop junto con Extasy. Estoy tratando de desarrollar el comic y lograr una tira semanal y se espera que para fines del 2016 salga la secuela del libro.

Modos de ir, de Gabriela Franco (Poesía)

 
El primer poema de Modos de ir comienza con una imagen tan atractiva como sugerente: “TIRO una piedra / el silencio acampa en la caída // lanzo una soga / en la noche inmensa / en el negro brea / en el vacío compacto”. No puedo más que preguntarme reiteradamente sobre ese espacio inmenso, negro y vacío pero a la vez compacto en el que parece habitar este intenso poemario. Espacio en el que se cae y se acampa a la vez.

¿Cómo sería 'acampar en la caída'? Según el diccionario de la Rae acampar es “detenerse y permanecer en despoblado, alojándose o no en tiendas o barracas”. El placer de acampar se da por la diferencia que existe entre permanecer en despoblado y contar con una habitación. Está, justamente, en ese contacto con el espacio abierto. El refugio casi precario de la carpa nos aleja de las comodidades y nos entrega por completo a la intemperie, al silencio. El contacto con el fuego es distinto que el contacto con la cocina a gas o eléctrica. En el camping, el pescador pierde sus pensamientos en la lejanía de la laguna; y el que no pesca pierde los suyos en el comportamiento del pescador, tratando de develar esa conexión del hombre con su instrumento y su entorno. Y el espacio que (no) los cobija, los aúna. Y aunque suene de golpe música fuerte, o guitarreadas, el silencio permanece, y quien acampa permanece en él. Del mismo modo, el silencio permanece en la poesía, y en ella permanece el poeta.

Los poemas de Gabriela Franco conviven con el silencio. Merodean territorios oscuros, zonas del lenguaje tan indeterminadas como todo aquello que el lenguaje intenta nombrar pero no llega a hacerlo. Como en la obra del poeta austríaco George Trakl, donde algunas palabras se reiteran de manera obsesiva, apuntando hacia ese poema total imposible de ser escrito (en palabras de Heidegger), aquí también las sombras, las penumbras, la noche, la oscuridad, la muerte, las bóvedas y el silencio, aparecen insistentemente, señalando algo que parece brillar repentinamente para escapar en seguida.

"la posibilidad de decir / en el mejor de los casos / es un gajo de luz (p. 16); un tajo de luz / que hienda el negro (p.23); en la oscuridad sentir / la tierra bajo las manos (…) en la oscuridad la piel (p.24); vengo a la sombra / de tus palabras / a la bodega donde el tiempo / es hermano (p.25); EN la deriva / reverbera lo que canta (…) saludo a quienes llevan la palabra / digo adiós / dos veces adiós // en la frontera de los cuerpos / el calor desdibuja los contornos (…) un rayo de luz" (p.28).

Me interesa mencionar algo más en relación al elemento que se tira: la piedra. Nótese que no únicamente ocupa un espacio primordial en el primer verso del libro, sino además en el último de esta primera sección, que la poeta llama atinadamente 'Principio de incertidumbre'. Dice la Biblia en el Mateo 16:18: “Yo también te digo que tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán sobre ella”. El juego de palabras entre 'Pedro' y 'roca' (del griego 'Petrus' y 'petra' respectivamente) y su contexto indicarían que se habla de un primer cimiento, la fundación de la Iglesia Católica. En el poema, en cambio, el movimiento de la piedra no funda una iglesia, sino un vacío, principia la incertidumbre, territorio en el que, quizás, sí sea posible habitar un Dios: “el acordeón de mi costado / una gaita // (…) // pura canción / algo parecido a rezar / una grieta / para inventar dios” y “CON el sueño de esta noche / voy a construir una casa // el pretérito será / la primera piedra”.

La segunda serie, Caligrafía del corte, parece justamente cortar con lo anterior. Aunque el vacío y la intemperie sigan presentes (“abre la boca y / es vacío / no llega la muerte / es una llaga” p.36, ó “el hombre duerme / a la intemperie” p. 38), el espacio parece retraerse y tornar hacia otros lugares. En primer lugar, me interesa llamar la atención sobre algunos elementos que aparecen en esta sección y que, de algún modo, parecen entrar en diálogo con aspectos de la literatura nacional, resignificando las ideas de 'vacío' y las preguntas que me venía realizando sobre el espacio. La aparición de palabras como “llanura”, “desierto” y poemas como


"ENTRE la construcción / del recuerdo y el poder / no hay tabique / de una generación a otra / un barco hundido / tocado // restos del naufragio / de la supervivencia // no hay campo / sólo el desierto / arena movediza / los hilos de la memoria / descosidos / la grafía vencida // la letra / sale con sangre" (p. 37).

obligan a prestar atención a otras cuestiones. El espacio y el vacío cobran definitivamente otro valor al entrar en contacto con ese desierto, y traer el más allá que dio letra a la tradición y sable a los conquistadores de tierra adentro. Pero cuidado, salgamos del lugar común y entendamos algo: lo interesante que Gabriela parece hacer aquí es operar en otra capa. No escribe ni reescribe sobre cautivas y malones, ni sobre la sangre derramada, o sí, pero de otra sangre derramada. Hace ingresar a los textos a otro asesinado. Dice en el poema de la página 38, que es el que continúa al citado anteriormente: “la ciudad el campo / de batalla”; lo que no solamente introduce un juego de palabras con la tradición (en tanto el nombramiento del campo no ya como espacio sagrado, rico y prometedor ni como campo en sí mismo, sino como terreno de esa batalla que es el día a día), sino que además invierte las cosas, pues el lugar a conquistar no es el más allá, sino el más acá: la ciudad. La batalla se libra en la ciudad, y como si esa sentencia abriera un nuevo sentido, en el poema de la página siguiente continúa: “LA estación de tren / destila muchedumbre / virada al apocalipsis gris / de la espera del bondi” (p. 39). Quien observa el tren no fija su interés en el recorrido hacia afuera de la ciudad, sino hacia adentro. No interesa aquí el vacío a poblar, sino la muchedumbre que baja en la estación y viene a batallar en un espacio superpoblado. Y notemos que, por primera vez en el poemario, aparece una palabra perteneciente a esa muchedumbre: bondi.

Como si a partir de allí fuese necesario hacer ingresar a determinados emergentes de la batalla, de esa muchedumbre, se le habla después de manera directa a una persona, a un pibe paco, a quien pregunta: “¿te ponés para que te escriba?” (p.42), ingresando completamente en otra zona del lenguaje: “VI tu cráneo / atravesado por líneas blancas // una foto en negativo” (p. 41). Las líneas blancas, entre otros elementos que cito y subrayo a continuación, podrían ser alusión a las drogas y a lo que hacen en el adicto: “un vértigo / como un punzón en el aire / que abre la tierra / para entrar y salir / horadar / hundirse // queda una postal / radiografía de tu cabeza / como una bolsa de polietileno / inflada por el viento” (p. 41); “caíste en mi vereda // dale durazno / qué hacés tirado ahí / molotov del día / maldición // ¿te ponés para que te escriba? // pibe bardo / pibe moneda” (p.42) y un poco más adelante, el mismo poema: “paco patalín / te la diste bolsón”. Finalmente: “tiki tiki cucumelo (…) vamos a ver / en qué barrilete te remonto” (p. 43). Los poemas parecen nombrar entonces un sujeto que no sólo vive esa batalla, sino que es un claro perdedor de esa batalla. Un caído:

"¿habrá alguien que te intuya / en tu cuerpo ajado? // tu rostro no envejecido / tu cuerpo flaco / tu pelo largo / de veinte años (…) quizá también yo / me reparta en los otros / como un rastro (p. 45); ¿LA soledad es este cuerpo sólido / contra el que me estrello? (p. 48); EL retazo de la tragedia / dibujada en mi piel / fue escrito / con la caligrafía del corte" (p. 51).

Hay más. El poemario es extenso, bello y complejo. Los poemas son breves, recortados, regados de silencio y blanco. Y sin embargo nunca pierden la fluidez, se desarrollan, caen como la piedra cae por el pozo, con la elegancia de una buena lluvia, en sintonía con la belleza de la intemperie y la crudeza de la batalla. La insistencia de palabras que se repiten no sobrecargan ni redundan, al contrario, logran fijar la atención en ellas, indican que ahí hay algo a mirar. 

El libro tiene un tercer apartado llamado Acorde menor. Es tan bello como los anteriores, o incluso más. Pero ahora no voy a profundizar en esta última serie. Simplemente mencionaré una breve anécdota personal, que puede tener alguna relación con estos últimos poemas del libro.

Escribí esta reseña durante marzo de 2014. Ese mismo año, el 14 de enero, fallecía el poeta Juan Gelman, lo que me importaba bastante poco en ese momento, porque el mismo día dejaba la vida también mi madre. A modo de homenaje a ambos, tuve la necesidad de cruzar un hermoso poema de Gabriela con uno de Gelman, que recordé durante toda la lectura de esta tercera sección de Modos de ir:

"TODO es hembra / madre / principio // el crecimiento mide / el vivo retrato / de una ausencia" (Gabriela Franco, p.70) "¿Por qué escribo versos? / para volver al vientre donde cada palabra va a nacer? / ¿por hilo tenue? / la poesía ¿es simulacro de vos? / ¿tus poemas y tus goces? / ¿te destruís conmigo? / ¿por eso escribo versos?". (Juan Gelman, Carta a mi madre).


Asterisco: Festival Internacional de Cine LGBTIQ. Recomendaciones. Segunda entrega (Cine)



Por Juli Repetto / Ana Millet.

Va nuestra segunda entrega, y con ella la recomendación de algunas películas que tuvimos la oportunidad de ver durante el Festival. 

Au nom du fils (En nombre del hijo) es un excelente largometraje que cuenta la historia de una mujer extremadamente católica  que descubre que su hijo adolescente fue abusado por un cura de la Iglesia Católica. La magia está puesta en cómo ella, mujer a quien se le ha negado la violencia tanto social como religiosamente, toma una lista de curas pedófilos y, a lo Kill Bill, despliega una serie de asesinatos con el fin de terminar con la pedofilia clerical. 



Dólares de arena muestra la crudísima realidad de República Dominicana. Su trama tiene como protagonista a una joven y bellísima trabajadora sexual que, luego de 3 años de acompañamiento, conquista a una vieja dama francesa quien se enamora perdidamente de ella. El capitalismo, las clases sociales, la desigualdad, el poder, los vínculos amorosos y el sufrimiento se combinan para dar a luz a un film con hermosa fotografía, muchos minutos de gente andando en moto y un soundtrack que te hará bailar en la butaca, dejándote con ganas de más y más bachata.

The Duke of Burgundy es mucho más que una peli de lesbianas. Muestra el juego de sumisión y dominación entre una bióloga y su pareja. Hay una analogía constante entre imágenes macro de insectos, sus colores, texturas y sonidos de aleteos, y situaciones sexuales, los juegos de roles y el BDSM.


Xenia ganó el premio Felix en Río al mejor largo de ficción, y tiene con qué. La peli muestra la historia de una mariquita hermosa, llena de color, vida, ingenuidad y con el espíritu lúdico que nadie debería perder, que viaja a una Grecia homofóbica y xenofóbica. Se encuentra con su hermano mayor, a quien convence de buscar a su padre para poder obtener la ciudadanía. Es una historia conmovedora, divertida, alegre y cruda a la vez. No podés más que querer abrazar a sus personajes una y otra vez. 

Land of Storms (Tierra de tormentas) está filmada en Alemania, pero tranquilamente puede transportarse a cualquier pueblito del mundo. Cuenta la historia de un joven futbolista que acepta esta profesión únicamente por la presión de su papá. Tanto su entrenador como su progenitor son rudos, violentos, y enseñan la masculinidad a los golpes. Luego de una discusión en los vestuarios de su club, decide irse al campo en busca de nuevos rumbos. El cristianismo, la iniciación sexual, el trabajo en el campo y la idea de “pueblo chico, infierno grande” dibujan un recorrido que nos recuerda que no es nada fácil encontrar lugares libres homofobia.


Espinas, de Pamela Neme Scheij (Poesía)


Por Patricia Verón. 

Donde no hay nada más que la presencia del cuerpo y la memoria, una mujer se atreve a levantar el relato de su padre. Lo alza con sus brazos lo más alto posible, lo sostiene con dos manos que no tiemblan: las de una niña. Sin violencia, cuenta la violencia. Sin tremendismo, la orfandad. Para que no se olvide.

Hay un doble movimiento: por un lado se corre la figura de la voz del padre que sostiene la presencia de un antepasado fundador heróico. (Pensemos en el sueño de los héroes Borgiano si se quiere). Aquí tenemos más bien un antihéroe, al menos hacia adentro del entorno familiar. Nada que celebrar. Y por otra parte hay una especie de corte en la trama, como la de aquellos que deciden no tener hijos para no traer inocentes a un mundo criminal: en el caso que nos ocupa, el corte es la variación del foco. Una mujer, la hija, acerca al padre, el hijo, la posibilidad de poetizar sobre el fondo de una infancia borrada y de una voz silenciada: la de la abuela. Y lo hace microscópicamente, representando en la interpretación del relato del hombre la representación del silencio de la mujer. Histórico y místico a la vez.

Sólo se sabe del antihéroe lo que habilita el testimonio del hijo. Y en eso es contundente. No hay medias tintas ni justificaciones referidas al entorno generacional. Tampoco en la representación de la mujer. “Era así, se hizo así pero yo quiero decirlo como una forma de expulsión, como una forma de visibilizar la infeliz vida de la que desciendo”, parece querer decir la niña que sostiene en alto la voz del padre.

Habita el libro una figura trágica: Lavive. Como las jóvenes vírgenes de la tragedia griega que morían atravesadas por la espada del verdugo o ahorcándose con una soga o los paños de sus vestidos, la joven tía de Espinas  viene a constatar como una Antígona el vínculo roto, el desafío al mandato: deja de alimentarse.

Y bien, después de leer los poemas, uno siente ganas de formularse las preguntas: "¿Y cómo fue la vida de mis abuelas?" "¿Y cómo vivieron mis tías su amor, su frustración, su adaptación a un modelo de sociedad regida por 'la función del padre'?".

La forma de suavizar el relato es el lugar que elige la voz poética para inscribir su visión en el mito. De lo contrario estaríamos ante otras formas de nominación de las cuales hay variados ejemplos actuales en la poesía escrita por mujeres en nuestro país. Me refiero a poéticas en donde la violencia verbal es el marco para significar otro tipo de extremos vivenciales. Sin embargo, las espinas de Espinas dejan de lacerar la piel y se transforman en la obstinación que inventa la belleza de un canto sembrado de futuro.

Fragmento de Espinas


Qué vio de niño
cuánto ancló adónde.
Mecánica de la memoria  
que lo dejó sobrevivir
a su apellido.

Reitera el cuento mi papá
como quien rinde homenaje
a sus muertos o escribe
penas viejas en mis oídos

La proa del barco al cielo
casi vertical. Los pasajeros
chocaban, se hundían
con la popa
el miedo.

Lavive caía del aire al agua.
Las piernas de Nadua
se hirieron hondo, rota la carne,
las venas, salvó a su hijita
ni pisada esta tierra.

Nadua no advirtió
en ese dolor
en ese riesgo
el bosquejo de su futuro
o sí.

Rauch. El Restaurant, de Cecile Caillon, Julieta Carrera, Rosina Fraschina, Marcelo Katz, Fred Raposo (Teatro)

Foto: Irupé Tentorio

Por Victoria Cestau.

El humor se encuentra cada vez más presente en algunos teatros de la ciudad porteña. Este hecho, no deja de ser una buena noticia, ya que la experiencia espectatorial nos exige otro lugar, y sin dudas, el lenguaje del clown nos lleva a involucrarnos durante toda la historia, por momentos tentados de la risa, por otros reflexionando. Cuatro actores de pelucas despampanantes nos llevan a viajar por el sentido trágico y mágico del clown.

Rauch. El Restaurant, reúne a un grupo de los mejores clowns de nuestro teatro y pone de manifiesto que el humor y la comicidad del payaso parodian desde la ingenuidad a los grandes mandatos, que si logramos desnaturalizar, pueden llegar a ser tan absurdos como cualquier ficción.

Foto: Irupé Tentorio

La espera es, nuevamente, un tema que eligen nuestros dramaturgos para llevar a escena. Así como en el clásico Esperando a Godot, este espectáculo gira en torno a la idea de un aguardar algo que nunca va a suceder, mientras tanto los comediantes ponen a jugar su imaginación deconstruyendo su realidad y profundizando sus vínculos. La crítica social que siempre caracterizó al clown, como estética que subvierte la lógica establecida, es otro elemento presente: la pauperización de los trabajadores, el conflicto de clases, los derechos y las obligaciones del patrón y sus empleados, atraviesan la pieza que despliega mucha actualidad desde un mundo extraño al mismo tiempo.

Otro punto que coloca a Rauch como obra exponente de lo clownesco, es el juego de la escenografía que va transformando la puesta en escena y re significando, a partir de lo lúdico, los climas y acompañando o desarticulando los estados de los clowns para potenciar o sorprender en los contrapuntos de las distintas escenas. Las reiteraciones de las acciones físicas, los juegos de roles y estatus, el in crescendo de algunos pasajes hasta explotar en el absurdo más grande, son premisas que toda obra de humor debe aplicar, he aquí el trabajo dramatúrgico y de dirección más difícil que podemos encontrar, ya que en muchas oportunidades se dejan entrever algunos ejercicios de una típica clase de clown puestos en escena. Los tropezones, las cachetadas, los desencuentros, los juegos de palabras, son gags clásicos que realzan la obra y hacen tributo a los maestros más grandes como Chaplin y Keaton.

Foto: Festival Polo Circo

La libertad actoral y creativa que este grupo de creadores pone en marcha es producto no sólo de individualidades talentosísimas, sino que también es fruto del trabajo en equipo que implica concebir una obra desde la creación colectiva y pensarse como grupo. Emerge así la esencia de los payasos y de su legado que descansa sobre la libertad y la autogestión que el actor clown posee. Las actuaciones, la dirección y la dramaturgia, son ese trípode fundamental sobre el cual la obra se encuentra sostenida desde el principio hasta el final, asumiendo una identidad propia.

Recomiendo a Rauch por su humor reflexivo y por dejar entrar la ingenuidad y la ternura como parte vital de quienes nos proponemos cabalgar en la comicidad desde la vulnerabilidad.

Mario Bravo 960
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Reservas: 4862-0655
Entrada: $ 130,00 - Sábado - 21:00 hs 


Ficha técnico-artística:

Autoría: Caillon, Carrera, Fraschina, Katz, Raposo.
Actúan: Cecile Caillon, Rosina Fraschina, Marcelo Katz, Fred Raposo
Dirección: Juelieta Carrera.
Asistente de dirección y producción: Paula Sánchez.
Composición y dirección musical: Javier Estrin.
Puesta coreográfica: Gabi Goldberg.
Diseño de escenografía: Gabriel Díaz.
Diseño de Vestuario: Laura Molina.
Realización de Vestuario: Daira Gentile.
Diseño de Luces: Lucas Lavalle.
Diseño gráfico: Romina Salerno.
Prensa: Ezequiel Hara Duck.