Revista Lucarna

Una Mirada sobre las artes emergentes

Poesía + Fotos para todos los gustos

Se pueden leer, pero también mirar

Libros para leer en otoño

En la arena, el pasto... o el asiento del colectivo

Usted Está Aquí, de Natalia Chami y Romina Bulacio Sak

Entrevista a las creadoras de esta impredecible experiencia teatral

Lunas Cautivas – Historias de poetas presas, de Marcia Paradiso

Documental sobre tres mujeres, tres historias y un penal

Sucede lo que pasa, de Griselda Gambaro, versión de Jorge Paccini (Entrevista)




La vigencia, claridad y calidad de las historias de Griselda Gambaro, querida y prolífica novelista y dramaturga argentina, hacen que directores y editores la sigan eligiendo en sus producciones. Una de las tantas muestras de esto es el reciente lanzamiento de El teatro vulnerable (Alfaguara), libro que recopila casi 30 de sus textos escritos entre 1972 y la actualidad. Pero, además, resalta con la puesta en escena permanente de sus obras. 

En este sentido, además del pronto estreno de su pieza más reciente, El don, que se estrenará en julio en el Teatro Nacional Cervantes, por estos días al menos cinco de sus textos pueden verse en diferentes puntos de Buenos Aires y el país: Mi querida, La malasangre(Córdoba), Querido Ibsen: soy Nora, Lo uno o lo otro (Córdoba) y Sucede lo que pasa.

Revista Lucarna fue a ver esta última a El portón de Sánchez y tuvo la posibilidad de charlar con Jorge Paccini, su director, sobre la experiencia y el trabajo con la obra 40 años después de ser estrenada. Te invitamos a leer parte de la misma en la siguiente entrevista:

Revista Lucarna: ¿Por qué elegiste trabajar con este texto de Gambaro? ¿Qué te convoca de él?
Jorge Paccini: Estuvimos con la protagonista de la obra -Julia Tapia- revisando mucho material durante 2014 y entre muchos apareció Sucede lo que pasa y, desde el comienzo, me  dio la impresión de que ese texto de Gambaro nos eligió a nosotros.


Hacía mucho que se había estrenado pero seguía vigente ese mundo y con el aggiornamiento necesario apareció o reapareció muy actual su temática sobre la sociedad y las conductas humanas para sobrevivir en ella. 

Otra arista que me convocó del texto es el lugar de la mujer. Teresa, en un mundo de hombres, oprimida por el mundo masculino y por el mundo marginal. Por otro lado, contar una historia de esta potencia, escrita por una gran dramaturga argentina, siempre es un desafío, un placer y una opinión política.

RL: ¿Qué tipo de adaptaciones realizaste del texto original?   
JP: No se hicieron cambios estructurales en la obra, no eran necesarios. La pieza tiene una poética muy definida, solo se trabajó en el peinado de textos y en algunas pequeñas reformas de acciones en algunos cuadros, para que tuviera más agilidad el relato con una duración de una hora.


Además, se trabajó dándole forma a una variable de presencia onírica con apariciones de una  Teresa niña [interpretada por Ana Clara Schauffele], imagen de infancia de la protagonista, que potenciara como símbolo el valor de la memoria y  la verdad para construir el futuro.

RL: ¿Cuál fue el desafío más grande mientras encaraban el proyecto?
JP: Como siempre, el desafío más grande es que aparezca un lenguaje escénico común, con coherencia, a pesar de la diversidad de los actores y sus formaciones e historias muy distintas.  También, lograr verdad en las interpretaciones y en todas las situaciones, sean cuales fueran, más porque el espectáculo está propuesto con un concepto escenográfico minimalista, en donde se apuesta todo: a la potencia interpretativa de la historia y su valor dramatúrgico.

RL:¿En estas semanas de funciones, cómo está siendo la experiencia?
JP: Hasta ahora ha funcionado muy bien en lo que respecta a crecimiento actoral individual y de conjunto. El público ha sido muy cálido en el aplauso y muy receptivo. Los de este oficio sabemos qué significan los profundos silencios y atenciones del público. Hemos construido lo importante: un espectáculo digno y coherente, con un relato teatral potente.
RL: ¿Qué otra obra en cartel viste últimamente y recomendás?
JP: Mencionaría Terrenal y La máquina idiota, entre muchas buenas. Hay  en Argentina un gran nivel teatral.


Finalmente, quisiera agregar que no se pierdan Sucede lo que Pasa, de Griselda Gambaro, los domingos 20:30 en El portón de Sánchez, ¡yo la he visto y me encantó!

Dónde: El portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034.
Cuándo: Domingos 20:30.
Cuánto: 120 Pesos, 80 jubilados y estudiantes.




Ficha técnico-artística
Elenco: Jorge Lifschitz, Hilario Quinteros, Andres Portaluppi, Ana Clara Schauffele, Julia Tapia, Néstor Villa.
Dramaturgia: Griselda Gambaro.
Dirección y puesta en escena: Jorge Paccini.
Asistencia de dirección: Ana Clara Schauffele.
Iluminación: Claudio del Bianco.
Prensa y comunicación: Cecilia Dellatorre y Analía Cobas.

Otras puestas para ver a Gambaro
  • Mi querida, con dirección de Marcelo Moncarz. Martes 20.30 en Hasta Trilce.
  • La malasangre. Dirige Adriana Quevedo. Hasta el 30/05 en La cochera teatro (Córdoba). Sábados a las 22:00.
  • Lo uno u lo otro, con dirección de Susana Palomas. Viernes a las 21:00, hasta el 29/05, en Almazenna (Córdoba).
  • Querido Ibsen: soy Nora, dirigida por Silvio Lang. Vuelve el 13/06. Complejo Cultural Margarita Xirgu.




Entonces llego a Dock Sud y otros poemas, de Nerina Durán (Poesía)


Entonces llego a Dock Sud,

y me hago referencia
a doce años atrás
cuando el viejo y yo
mirábamos por la ventana del departamento
y él me explicaba no sé qué de los barcos.

Todavía hay algunas palabras flotando,
barrio,
buque,
dársena,
humo,
gris,
enorme,
dársena de nuevo.

Paso por el puestito de choripan que está entrando al barrio,
ahí en la vereda
nos sentábamos con el abuelo los domingos.

Torre cuatro,
los edificios están desordenados,
pero sé que el del viejo 
es el que le sigue a la cabina con la cara del Indio Solari.

No hay gente entrando ni saliendo,
las puertas son horribles,
adentro está oscuro y helado.
Los ascensores tienen espejos.
me miro en ellos,
tengo ojeras, como siempre
y ganas de llorar, pero está bien.

Llego al piso doce y
a penas doblo a la derecha, lo veo.
Él parado ahí, tan igual,
tan esquelético.

Me mira,
empuja el labio inferior hacia arriba,
junta
las cejas,
sube
los brazos
despacio,
me acerco y miro cómo se le mojan los ojos
celestes atrás del vidrio.

Abrazo su grupo de huesos,
en un abrazo que dura doce años
y una columna de lágrimas sube desde el pecho
con fuerza
y
aunque las cosas estén mal en todos lados,
Dock Sud me sigue gustando.




Las miras

Otra vez hay problemas
en los departamentos
donde vive mi abuelo
esos chicos
son como las abejas:
si nadie los molesta
ellos no molestan a nadie.
El disparo salió
desde una de las torres
y alcanzó a un policía
en el peaje de Dock Sud
según el diario.
Diez días después
el peaje ya no existe.
Desde el puerto
y con largavistas
se puede ver a los chicos,
infantes concentrados,
apoyados
en los vértices de las ventanas
atrás de las miras.




A veces te imagino

subiendo por la rampa de la estación 
te hago zoom
te escucho respirar.
Entonces me acuerdo de la terraza,
del color de tu cara 
o de los ojos que se cruzan
tomando una taza de café.
Ahora estás en el andén 
mirando y
jugando con tus pies
después con el cordón de la campera,
con el cierre de la mochila
y así 
hasta que llega el tren,
y vos subís 
y dejás solo en la estación 
al sol,
que rozaba tu mano cuando la arrastrabas por la baranda de la escalera
que rozaba tu sien cuando dejabas de jugar y subías la cabeza
que rozaba tu boca
como la rozan 
mis ojos
cuando no me mirás.



Un poco sobre Nerina Durán:

Nos cuenta Nerina:

Nací el 18 de Julio de 1996 en Monte Grande, Buenos Aires, en 2014 terminé la secundaria, y en julio del mismo año empecé el taller de Mauro Quesada. Mi primer libro salió por La Carretilla Roja y se llama El efecto es malísimo

Entrevista a Nahuel Cano, sobre “Todos mis miedos”, y otras pasiones (Teatro)

Por Florencia Lindenboim

Mi creencia es la incertidumbre

"Actuar es poner todo en juego; es abrazarse amorosamente a la posibilidad del accidente, de lo fatal para que en verdad suceda algo”, nos desliza en una profunda charla de más de una hora Nahuel Cano -actor, director y docente. El teatro, la política, el despertar a la posibilidad de “ficcionalizarse” y un gesto anti-sistema que propone (un) teatro donde no hay garantías, son algunos de los rincones que ilumina con certera puntería este teatrista Neuquino que desde hace más de una década irrumpe y deslumbra en la escena porteña. 

Su última creación Todos mis miedos está cerrando ya su cuarta temporada, ha recorrido diversos festivales y ha sabido recoger elogiosas críticas y premios (Mejor Dirección Nahuel Cano y Mejor Actor Pablo Seijo, PREMIOS TEATRO XXI, Getea-UBA 2014). 

Todos mis miedos es conmovedora y profunda; es desde las entrañas. Ante nuestros ojos se despliegan las más humanas y dolorosas obsesiones que nos acorralan hasta zonas indeseables e indecibles. Es una obra que nos espeja con la dificultad del vínculo (con uno, con el otro y con la pasión por algo o por alguien). Y por supuesto, es sobre los miedos que arrastramos como un trineo inevitable.  

Ahora, el director prepara sus próximas apuestas. Y nosotros nos adentramos linterna en mano por un rato a su máquina creadora. 


Los motores, las búsquedas. Los comienzos


Es siempre interesante pensar dónde nace la pasión por algo, dónde la vocación, cuáles son los motores. Y es pertinente preguntar(se) cuál es la diferencia –si la hay- entre una calentura inicial y la profesionalización del expresarse artísticamente. Y en última instancia, quiénes están dispuestos a zambullirse en ese riesgo. En definitiva, qué constituye el ser artista.   

Revista Lucarna: Leí que la obra surgió en medio de un momento personal particular, y que también estabas atravesado por muchas otras inquietudes de búsqueda (personal y profesional). Quería preguntarte si para vos –como se suele decir- el arte salva, si surge de una necesidad de decir algo, o surge de una reflexión en torno a su contexto.

Nahuel Cano: Para mí es medio difícil de responder eso, porque hago teatro desde muy chico, desde los 9 años. Siempre tuve mucha claridad que era eso lo que quería hacer. La verdad es que empecé a hacer teatro porque sabía que quería hacer eso. Y después a los 16 volví a hacer teatro ya sabiendo que eso era lo que quería hacer y no lo dejé de hacer. Empecé estudiando actuación pero tenía mucha claridad, también sabía que quería dirigir. 

RL: ¿Y eso cuándo surgió?

NC: En la adolescencia. A los 16 años. Desde el comienzo. Actuaba y decía, “esto no…”. Miraba de afuera. Hicimos giras por Plottier, por Neuquén. Ya organizaba la escena.  

RL: ¿Y te acordás por qué fue que decidiste estudiar actuación en Neuquén? ¿Habías visto teatro allá? 

NC: (piensa) Íbamos a ver teatro con mis viejos, no había mucho. Fui a ver a Marcel Marceau, el Teatro Negro de Praga y el circo de Moscú. Había lo que había y… no sé, me mandaron a hacer teatro porque había en la cooperadora de la escuela un curso de teatro, y me mandaron para que no hinchara los huevos en la casa. 

RL: Como quien manda a los hijos al club.

NC: Sí, estaba a dos cuadras de la primaria, e iban mis compañeros del barrio. Y ahí no sé si me copaba. Yo iba. Pero en un momento… Me despertó una libido que todavía me dura hoy –y por eso, lo único que creo es que hay que amigarse con la posibilidad del accidente, de lo fatal, de la incertidumbre. Estábamos haciendo una obrita de unos científicos, teníamos 7 u 8 años; era una obra de magia, de fantasía y en un momento un compañero -Andrés Closse (recuerda)- se olvidó la letra. Y si él no decía una parte que tenía que decir, Gabriel Ochoa no podía decir una cosa para ir a meterse adentro de una caja de cartón. Y yo vi eso. Y me di cuenta que había que hacer algo. Entonces improvisé. Dije unos textos que no tenía… pedorros… ¡para decirle que se metiera en la caja! Lo hice por intuición o por vergüenza, pero no revelé, no rompí la ficción. Yo intuitivamente sostuve la ficción. Era el Dr. Mirroculín el que decía eso. Decía cosas del Dr. Mirroculín. Era una obra que se nos había ocurrido a nosotros además. Y habíamos construido la caja con cartones… Todo eso a mí me parecía que era lo máximo. Después, el curso terminó y a los 16 años me crucé con un pibe… volvía a mi casa caminando y me cruzo con Nico, y le digo “¿qué estás haciendo?” – “nada” me dice, “me fui a inscribir a teatro” -  “¡ah! yo también” le digo. Y a la semana estaba tomando clases ahí con otra profesora. Y a fin de año ya tomaba 4 veces por semana. 

(…) después estudié Comunicación Social, simplemente porque mi maestra de teatro era Licenciada en Comunicación Social, y me parecía que tenía que ver. Estuvo excelente haber pasado por una carrera universitaria no artística; me permitió pensar cosas; personalmente me parece algo muy valioso, me estimula mucho, me gusta pensar los objetos, la realidad. No me hubiera imaginado haciendo carrera académica. Sí dando clases.  

RL: Vos das clases hace 10 años, desde 2007, y en la gente que se acerca a vos, a tomar clases ¿cuáles crees que son los motores que busca la gente que se acerca a tomar clases?

NC: Me parece que son muy diversos. En términos generales me parece que la producción simbólica es algo inherente. [Alberto] Ure siempre decía que había cierto desarreglo en la estructura familiar que producía que la gente se dedicara al teatro... Eso lo decía Ure, no sé si es así. Pero… A veces uno se sorprende; uno que empieza como bien podría haber ido a hacer una clase de macramé o de aikido y cae ahí, y se da cuenta que en la clase de teatro hay chicas y chicos, y pasan cosas, y se empieza a copar y empieza a entender, y es algo bastante placentero, y gozoso, y doloroso también. Pero producir ficción, ficcionalizarse, es algo muy particular y te da mucho dominio del tiempo, y del espacio. Y del campo emocional. Eso es algo muy poderoso, muy tentador. Después actuar es otra cosa. Ser actor profesional me parece que eso es algo que… 

RL: ¿Qué es para vos ser actor profesional?

NC: Es estar dispuesto a poner en juego todo, y arriesgar básicamente la sustentabilidad económica para poder sostener eso. 


Riesgo y apuesta. La profesionalización de la calentura inicial

NC: Ser un actor profesional es hacer una apuesta. Es un riesgo que hay que estar dispuesto a correr. Si no, habría una suerte de garantía o pasos a seguir. Uno puede creer que hay un sentido, que las cosas van a un lado, y que ese lado es bueno (como si la historia fuese unívocamente hacia algún lugar): vamos hacia el juicio final o a la liberación del proletariado. Yo creo que la historia se va construyendo, que uno construye y apuesta. Y que las apuestas pueden salir mal, por más mérito que uno le ponga y por más causas justas que uno defienda. Puede no pasar, y eso es fatal. 

(…) Yo no creo que el dolor y el esfuerzo sean ningún mérito. Por esforzarse mucho no… por más que me esfuerce no voy a jugar bien a la pelota. (…) Podés esforzarte un montón y que lo que hagas sea una mierda. El territorio de lo escénico no es un territorio moral. Por supuesto que para la vida está bien. Yo a mi hijo le voy a decir “esforzate”. Pero en el campo de lo artístico, el esfuerzo no es un mérito ni da garantías. (…) Como si hubiese una única forma de hacer las cosas, o como si lo importante en el arte fuese el virtuosismo y llegar a un tipo de excelencia particular. Ese modelo directamente anula la posibilidad de que haya un proceso. Y pone en relación de referencia: Como el objeto o la técnica a pulir están en relación de referencia, yo tengo que ser igual a ese modelo. Esa relación de dependencia con el referente, genera una relación de dependencia con el maestro tutor. Ese modelo, esa manera de ver el arte, está caduco. 

Para mí es ESO volverse un actor; es estar dispuesto a que todo eso sea inútil. Es animarse a eso. Amigarse con eso. 

Si yo no me abrazo a la incertidumbre de una forma amorosa, no hay posibilidad de producir actuación. Una actuación que haga suceder algo. Ese amigamiento/enamoramiento con la incertidumbre puede ser circunstancial, puede durar un instante. Pero ahí sucede. Porque estoy dispuesto a que el aquí y el ahora me construyan, porque estoy dispuesto a dejarme llevar. Porque no quiero garantizarme las cosas. En ese sentido creo que es un gesto bastante anti-sistema. 

Nuestra sociedad presiona todo el tiempo para producir garantías. Y que todo tenga una utilidad. Y eso de creer que el esfuerzo lleva a algo y que es un mérito es un invento del capitalismo. (…) Digo, yo también me esfuerzo un montón y trabajo un montón pero yo lo hago porque me gusta. No hay carrera ni progresión, que voy a poder hacer un bolo, después un personaje de dos capítulos y después protagonista y después voy a ser famoso. No existe eso, no existe acá ni en ningún lado. Nadie llega de cadete a gerente. Es un invento. Te morís siendo cadete. 


La obra

RL: ¿La obra fue la necesidad de decir algo en un momento particular, o venía de antes?  

NC: Yo venía investigando algunas cosas, más sobre la materialidad escénica, sobre cierto pensamiento sobre la estructura, estaba trabajando sobre estructuras más clásicas, vinculadas al realismo y al trabajo de la escultura. Tenía ganas de hacer una obra-obra, el objeto-obra. Venía de hacer cosas más desarmadas. Y después tenía una situación personal que claramente me atravesaba, y como también me atraviesa en lo teatral, era inevitable que la obra hablara de eso. 

Yo tenía claro algunos temas que tenía que atravesar, más o menos la evolución de la obra, después empecé a trabajar con los actores un tiempo largo. Y después lo llamé a Esteban [Bieda]. Con todo ese material, ahí empezamos a hacer trabajo de escritura, que por supuesto se despega bastante de lo que trabajamos en los ensayos pero surge a partir de eso. En esa confluencia los dos pusimos en juego reflexiones en torno al amor, y a la imposibilidad de hablar con el otro, de encontrarse. 

RL: ¿Y él iba a los ensayos?

NC: Sí, al empezar escribimos y después él iba a los ensayos y probábamos eso que habíamos escrito. Y después nos juntábamos a reescribir. Era la primera vez que hacíamos eso juntos. 

RL: Venimos hablando de cómo se produce actuación, y de arriesgarlo todo, y abrazar amorosamente la incertidumbre y el riesgo, y también de cómo fue gestación de esta obra y de tu producción en general, también con el grupo de “Un Hueco”.  Me gustaría preguntarte qué creés de la “dramaturgia de gabinete”. ¿Ves alguna diferencia entre los espectáculos concebidos desde un texto escrito previamente, y las obras que se gestan desde la mirada del director y los actores?

NC: A mí me parece que esta es la forma en que yo sé trabajar. Ni siquiera sé… es la forma que me sale. Nunca dirigí una obra de otro. 

RL: ¿Y nunca dirigiste algo escrito previamente? 

NC: Bueno, la obra nueva que estamos ensayando con la compañía de Todos Mis Miedos, con estudio El Cuarto, escribimos todo el texto completo con Esteban. Es la primera vez que es así. 

El problema es ponerse moral. Decir esto está bien, esto está mal. Como si se hubiera escrito la manera de ser del teatro para siempre. Lo que importa es la gente con la que uno se junta. Y qué visión se tiene respecto del espacio del ensayo que si el texto es previo o no. Si se defiende el espacio del ensayo, que no es un territorio moral, ni referencial. No se tiene que parecer a nada. Algo tiene que pasar. Montar una obra no tiene nada que ver con todo lo que se ensayó. Se ensaya, pasan cosas y después se monta tratando de recuperar algo de eso que pasó en el ensayo. Pero si en el ensayo no pasó nada porque se cree que hay cosas que están bien y hay cosas que están mal, porque hay referentes muy fuertes a los que hay que parecerse (por representación, o por parodia o por solemnidad) en el ensayo no va a pasar mucho y después se va a montar algo con menos riesgo. 

RL: En base a qué elegís a los actores: ¿afinidad, cercanía o algo que ves en los cuerpos?

NC: Todo eso junto. Con María Abadi empezamos a hacer el proyecto antes de que existiera el proyecto. Estábamos entusiasmados. Queríamos hacer una versión de Tres Hermanas [de Anton Chéjov]. Empezamos a pensar actrices. Después pensé en Pablo Seijo que es un amigo de muchos años; es maestro mío y  actuamos juntos. Es el mejor actor de su generación claramente. Me pareció que él podía ser depositario de toda esa neurosis. Y que también podíamos encontrar algo que fuera un desafío para él actoralmente. Explorar formas de actuar distintas. Siempre es medio caótico. Por supuesto todos me parecen grandes actores y lo principal es eso. 

RL: Hay una cuestión en la obra que me hacía pensar en cuando uno se obsesiona con algo. La neurosis, los vínculos, y la dificultad. Y pensaba en esto de la profesionalización. ¿Cómo es dejarlo todo? ¿Son compatibles esas dos pasiones? Abocarte a un vínculo de pareja y a la vez dedicarte con mucha pasión y energía a desarrollarte en esta profesión con todas las características que nombramos. 

NC: En eso el psicoanálisis me ha ayudado bastante. Entender primero qué es una neurosis obsesiva. Entender cómo es el funcionamiento. La neurosis obsesiva se vincula con el deseo del otro. Eso lleva a no ver a otro y a otros. Ese es el funcionamiento mío; yo, como representante de los neuróticos obsesivos masculinos. Y para mí fue muy importante entender eso. Parte de Todos Mis Miedos es entender eso. “Ah, está pasando esto. Estos son todos mis miedos”. Entender cómo forzarse no sirve para nada. No soy mejor por haberlo entendido, pero entendí algo. También pasar por procesos dolorosos, y entender qué es lo que yo quiero. A mí al menos lo que más me importa es poder encontrarme con alguien. (…) Eso es un esfuerzo enorme, porque todo el tiempo todo hace que uno se desencuentre. Las propias neurosis, la realidad y la mar en coche. Pero para mí lo importante es eso. Yo estoy dispuesto, mi creencia es la incertidumbre. Es una apuesta y mañana se puede terminar. Pero bueno. Apuesto a eso. Y aprendí después de haber estado muy triste muchas veces que si uno no apuesta… bueno...no apostar es también estar muy triste.   



Todos mis miedos es una obra necesaria. Queda por ahora una última función. Aprovecharla es imprescindible. Después, solo nos queda estar alerta para el próximo banquete con que este creador nos guste deleitar. 



Ficha técnico-artística.

Dramaturgia: Esteban Bieda, Nahuel Cano
Actúan: María Abadi, Anabella Bacigalupo, Diego Echegoyen, Pablo Seijo
Vestuario: Paola Delgado
Iluminación: Rocío Caliri
Espacio escénico: Julieta Potenze
Fotografía: Sebastián Arpesella, Candela Dal Pont
Diseño gráfico: Leandro Ibarra
Entrenamiento musical: Liza Casullo
Asistencia artística: Juan Mako
Producción ejecutiva: EstudIo El Cuarto, Laura Loredo Rubio
Dirección: Nahuel Cano
BECKETT TEATRO
Guardia Vieja 3556 
Sábado (30/05) 23:00 hs 

¿Qué diría Víctor Hugo?, nueva editorial de poesía (Entrevista con sus creadores)









No es la primera vez que Andrés Alvarado y Gastón Córdova visitan Revista Lucarna. Anteriormente, compartieron con nosotros poemas como Arribo el primero y Hobby el segundo. En esta oportunidad, volvemos a invitarlos para que nos presenten su nuevo proyecto ¿Qué diría Víctor Hugo?, editorial independiente dedicada a difundir la obra de poetas comprometidos con lo que hacen. 

En la entrevista que sigue, te contamos en qué consiste y cómo hacer para formar parte.  

Revista Lucarna: ¿De qué se trata la editorial? 
Gastón Córdoba: Los dos escribimos como modo de estar en el mundo y fundamos la editorial por la necesidad de hacer obra... la editorial es una forma de hacer obra. Es en sí misma una obra de arte que puede llamar, alojar y lanzar otras. 
Andrés Alvarado: Concebimos esto como un espacio de arte, de obra, o de producción de todo eso. Después nos encontramos con que maquetar, realizar una tapa y diseñar tu propio libro también es apasionante, esencialmente artístico, entonces nos dijimos: ¿por qué no hacer de esto algo más grande? 
GC: ¿Por qué poner en manos de otros la propia obra y encima pagar por eso? O quedar a merced de una espera indefinida que no se condice con el ritmo vital. Así empezó.
AA: Legalmente nació en septiembre de 2014, pero de un modo u otro es algo que siempre estuvo en nosotros de manera latente, aún antes de habernos conocido. Yo siempre tuve en la cabeza la idea y en el cuerpo las ganas de "autoeditarme", pero hay cosas para las que uno necesita una pierna. Y bueno, en Gastón encontré mi pierna poética.

RL: ¿Cuál es la historia detrás del proyecto?
AA: Algo que nos gusta resaltar es que nos conocimos gracias a la poesía, ya de grandes, hace dos años. Y cuando empezamos con el proyecto nos habíamos visto tan sólo tres o cuatro veces. 
GC: Andrés recibió un libro mío, La Palabra Inolvidable, le gustó y me escribió. Decidimos encontrarnos en una lectura en el bar Vivaldi y empecé a llamarlo primo poético. Ya no lo llamo de ese modo, pero así todavía figura en la agenda del celular.  Ahora me entero por esta entrevista que él me llamaba Pierna poética. Ya vamos hablar.

RL: ¿Qué tipos de obras publican? 
GC: La idea es publicar obras en las cuales reine el juego. Pero un juego que tenga como punto de partida una necesidad y como punto de llegada algo más grande que el propio artista, siempre alejado del mero regodeo narcisista. Ésa es nuestra ética y nuestra apuesta. 
AA: En principio pensamos manejar un catálogo de poesía y uno de ensayo. Sin embargo nuestro objetivo, como decía Gastón, es publicar obras en las que se vea el compromiso del autor. Autores que estén dispuestos a "dejar todo en la cancha", futbolísticamente hablando. 
   
RL: ¿Cómo pueden hacer los autores para publicar una pieza a través de su editorial?
AA: Tenemos muchas cosas para evaluar nosotros como personas que dirigimos este espacio y cosas que el autor tiene que estar dispuesto a poner en juego. Compromiso con su obra fundamentalmente y ganas de hacerse cargo de ella. 
GC: A priori no hay requisitos... es una cuestión de conocerse y jugar y trabajar. Es un requisito muy amplio y muy excluyente a la vez, siempre pensando en la singularidad de cada caso, lógica extraída del psicoanálisis.  

RL: ¿Por qué decidieron apostar a un proyecto editorial como éste, especialmente teniendo en cuenta que muy pocos logran réditos económicos sostenibles?
GC: Es parte de la Obra (con mayúscula). Más que lograr réditos económicos, nuestra misión es gastar dignamente el dinero que ganamos dignamente. 
AA: Jamás pensamos en los réditos económicos, al menos en esta primera instancia y a largo plazo. Como decíamos, la idea de la editorial es desde el principio que sea un espacio de producción artística, en el que nosotros podamos plasmar nuestro arte y en el que otros que se sientan afines a lo que hacemos lo hagan también. 

RL: ¿Qué lectura pueden hacer del campo editorial en el cual ingresaron recientemente?
GC: Es prematuro hacer una lectura sin caer en la crítica o el halago fácil de los fenómenos de este campo. Con respecto a la poesía, no estamos de acuerdo en pensar a la poesía como marginal, como suele decirse. Esa idea justifica cierta impotencia poética o apacigua la potencia poética, justificándolo en el mismo acto. 
AA: Hay un campo muy vasto en el que existen muchísimas editoriales independientes (y no), que más que disputar parecen convivir sanamente. De hecho hay movidas muy interesantes en las que se nuclean distintas editoriales trabajando juntas. Nosotros entramos en ese espacio con muchas ganas y veremos qué nos depara el futuro.

RL: ¿A qué hace referencia el nombre de la editorial?
GC: Es una frase (poéticamente) autoinmune... un camino de nombres nos llevó al Nombre. Bella hambre, Huyendo de Turkía, Karina de otro costal. Claramente, estábamos perdidos.
AA: Es como Patricio Rey. Alguna vez leí una entrevista al Indio Solari en la que decía algo así como: ¿Quién es Patricio Rey? Nadie. ¿Quién es Patricio Rey? Todo. Una mañana en el Bar Los Andes, nuestro primer refugio, nos preguntamos qué diría de nosotros el mozo, que es uno de esos tipos que te mira mal, no te contesta, y que por poco no te tira café encima por la displicencia con que lo apoya sobre la mesa. El comentario se fue extendiendo a distintas personas: "¿Qué diría mi tía Lidia? ¿Qué diría mi jefe? ¿Qué diría mi suegro? ¿Qué diría Yaqui Setton? ¿Qué diría Víctor Hugo? (el gran poeta francés, por supuesto)". Ahora, eso que te acabo de contar es todo mentira. Entonces, ¿Qué diría Víctor Hugo? 

Limonero: un sello editorial independiente (Literatura)


Por Jimena Repetto.

Saquen jarras, vasos, jengibre y menta, que se viene Limonero, un nuevo sello editorial independiente dirigido a pequeños lectores y padres interesados en compartir con sus hijos un espacio de encuentro a través de libros ilustrados.

Quizás la mayor apuesta del sello sea el maravilloso Eso no se hace, de la poeta y traductora Laura Wittner y Carlos Junowicz. Sobre este título, Manuel Rud, director de Limonero, cuenta que “se trata de un libro álbum –un poema ilustrado–  acerca de la potencia creadora de las palabras, o de cómo la palabra escrita y leída puede ´despertar´ una realidad imposible o negada. Las ilustraciones, que son en cada caso una obra de arte, complementan el poema a la vez que cuentan su propia historia.”

La aparición de una nueva editorial es siempre un riesgo, un juego, una aventura donde los nuevos libros salen a buscar a sus lectores y, sin mucha vuelta, los lectores encuentran, con suerte y gracia, libros que los llaman, les abren la puerta y les permiten recrear mundos acordes a su imaginación.

El encanto por la lectura y la conformación de la propia biblioteca no surge ni surgirá por arte de magia ni prescripción de manual escolar, sino por padres y adultos que invitan a celebrar con sus hijos, sobrinos y nietos la contemplación de un libro. Por eso le preguntamos a Rud qué libro de su infancia le leería hoy a un chico y sugirió "La niña que iluminó la noche, de Ray Bradbury, con ilustraciones de Juan Marchesi (Ediciones de la Flor, 1972 y ediciones sucesivas). Una historia maravillosa, contada a partir de una prosa poética y musical, acerca de un niño que le teme a la oscuridad. Además de ser un libro asombroso, es una prueba rotunda de que las supuestas fronteras entre autores ´para adultos´ y la literatura infantil son pura convención.”


Antes de sumergirnos entre limones, le pedimos a Manuel -en carácter no sólo de editor, sino antes de padre- que nos recomendara qué libro todo padre debe leer con su hijo. Es así que no dudó en llamar al clásico de clásicos, dulce de leche de estantes y bibliotecas, Zooloco, de María Elena Walsh. “Estos limericks animalescos, publicados originalmente en 1964, son un prodigio indeleble de ingenio y nonsense. No conozco a nadie que pueda escaparle a la risa al internarse en Zooloco. Se recomienda a padres e hijos leer juntos algunas páginas antes de irse a la cama, para comenzar el sueño con una sonrisa, y también guardar algunos versos en la memoria y luego recordarlos en voz alta durante el desayuno.”

La propuesta de Limonero se complementa con tres traducciones, Achimpa, de Catarina Sobral, La niña que contaba, de Romana Romanyshyn y Andriy  Lesiv y Bigudí, de Delphine Perret e ilustraciones de Sébastien Mourrain.



Para saber más detalles te invitamos a visitar la página de Limonero.

Pobre mariposas, de Mónica Soave (Literatura)

Por Pamela Neme Scheij. 

La escritura es registro, es memoria, es evocación del pasado, del presente y del futuro. La escritura ficcional es ambigüedad y eso, como mínimo, es un juego que nos llena de preguntas y de pasión. Pobre mariposa, novela de Mónica Soave, se constituye sobre esas dos afirmaciones y, además, se sirve de ellas y presenta su historia como una canción tan sentida que seduce hasta ser bailada. 

Los capítulos de Pobre mariposa están compuestos por fragmentos de diarios personales, notas, recortes de prensa y las palabras de Celina, escritora de algunos de todos esos textos guardados en cuadernos en un maletín y las palabras de Lara, su amiga desde niñas, quien, a partir de su encargo, lee esos escritos y los de Teresa, madre de Celina, y los de Estela, su  abuela. Una familia de muchas mujeres, todo un linaje de mujeres: Remedios, Estela, Teresa y, finalmente, Celina. Todas ellas conocieron el amor, intenso, crudo, colmado de ilusión en la cima y de silencios, rabias y lágrimas en la vacuidad de agujeros inaceptables por tan desgarradores “Se queda ahí, entre esas sábanas y la almohada mojada, empapada de lágrimas, junto a este destino atroz de mi madre que también me atrapa entre su llanto y el mío, señalando la soledad en la piel, como una marca”

Lara las lee, sabe algunas historias contadas en voz alta, en primera persona por la amistad que la une a Celina, pero fundamentalmente las lee a las tres porque ellas, de alguna manera, registraron su historia, las marcas de cada una y de la otra “Letras en distintos fragmentos de la historia, pero, dentro del desorden, dentro del caos, distingo como un hilo conductor que, casi siempre, dibuja las mismas y eternas soledades e indecisiones”

Una no es una acá y ahora nada más. Una es una allá en el tiempo pasado y en el que vendrá también, claro. Celina se siente reclamada por esas mujeres que la engendraron en una cadena sucesiva de pasiones y esclavitudes. Ella, su madre, su abuela, encuentran un linaje femenino al menos determinante y un linaje masculino, esposos y padres o supuestos padres, rebeldes, amados, idolatrados y finalmente atrincherados en el desamor, la crueldad o la ausencia.

Lara, al leerlas, pasa del llamado profesional, al amistoso, a la urgencia por saber, al desánimo por saber, al perderse y sentir que vuelve a encontrarse a sí misma gracias a esas mujeres que no son su familia más que en la escritura que devora en días de invierno “Me olvido de mi vida, por ahora no me preocupa, y entonces añado parches inventados, puentes entre las letras de todas estas mujeres que Celina me ha dejado de regalo”.

Celebro las novelas que condensan su contenido y su forma en las primeras páginas, antes de que la historia narrada comience. Pobre mariposa, ya en sus dedicatorias, emerge con ese recurso: los nombres de las mujeres de la historia ficcional se encarnan como destinatarias reales de esas dedicatorias y, a la vez, justamente esas mujeres tal cual se cuentan a sí mismas en la historia, no son ellas allí. Es ahí donde entramos todas las mujeres de todas las familias, las reales, las ficcionales, como si formásemos una entera y longeva hermandad ante los mismos fantasmas del amor y el desamor, los hijos, la casa, el descubrimiento, la rebeldía, la opresión, el silencio o la posibilidad de decir en voz muy baja, en la escritura, quiénes somos, qué queremos, qué quisimos “¿Qué es lo que Celina quiere contar? ¿Qué cuota de ficción o de realidad desea rescatar y prolongar?”.  

Pero es ahí también, junto a los epígrafes que encabezan esta novela, donde se exponen los procedimientos de la escritura ficcional para erigirse como tal y las posibilidades que nos otorga el lenguaje para dar lugar a los mundos, a las verdades; para hacerlo a través de aquello que los relatos pueden entregar a la realidad y pueden quitarle, casi mágicamente. Pobre mariposa, en especial en la voz de Lara, juega una y otra vez a imaginar historias de las historias contadas en los cuadernos llenos de polvo, como si les diese aliento, como si ella se adentrase y nos adentrase en sus páginas. 

El final de esta novela busca lo que Lara parece encontrar entre tantas horas de lectura y reflexión e imaginación “Hoy te preocupan un tanto más sus respetivos hombres, tal vez tan desvalidos como ellas mismas. Desvalidos, desdibujados, deshechos”. Hubo un hombre, Emils, esposo de Estela, padre de Teresa, abuelo de Celina, que parecía haberlas abandonado y así profundizado el estigma del desconsuelo. Ese hombre había sido sujeto de unos relatos y puede, décadas más tarde, ser develado como sujeto de otros relatos, lejanos, de horror, sufrimiento y muerte. Se disuelve el estigma como tal “Miedo a conocer la verdad y que, por conocerla, esa verdad modificara hasta las culpas del pasado”. Quedarán otras marcas. Pero algo en todas esas mujeres o en Celina, la última quizás que arrastraría tanto dolor, se cierra. O se abre.

Pobre Mariposa,  de Mónica Soave, Umbrales Ediciones, Buenos Aires, 2014.

178 p.; 21x14 cm, ISBN 978-987-28820-3-7. $150.

Fragmento de Temperley, de Patricio Foglia (Poesía)

Temperley

*

comenzando ignición en tres
dos
uno
la nave avanza,
puede sentirse el furor
del despegue, el fuego
concentrado en instantes
que apuntan a la luna
y a mí
me quema pensar
cuántas cosas van quedando
atrás, abajo
después de la tierra arrasada

*

mis amigos me decían que ni lo intente
ni lo intentés
retumba ahora en el vacío
porque somos de temperley, y nadie
es astronauta en temperley
porque la gente se dedica a otras cosas
me decían: si te gusta viajar,
podes ser
camionero,
y yo escuchaba esa clase de crueldades
que sólo circulan entre amigos
muy amigos
pero yo tenía claro que no podía seguir viviendo
en temperley
en la casa de mis viejos
en el barrio de mis amigos

*

por dentro
la nave parece una heladería
del barrio de belgrano
con esos tonos en plata
y tanto por tocar y además
mi traje es blanco, como de heladero
un heladero venido del futuro
con su heladería viajando por el frío del cosmos
desbarrancándose
directo hacia la ruina
una heladería abierta en invierno
en un barrio pobre, fundiéndose
y en su marquesina dibujada
la espiral de una resistencia



Un poco sobre Patricio Foglia

Patricio Foglia nació en 1985 en Buenos Aires. Publicó Temperley (2011, En el aura del sauce, reeditado por Editorial Subpoesía), Lugano 1 y 2 (2014, Viajero Insomne Editora) y La Escafandra (2015, Mágicas naranjas). Compiló y prologó, junto con Marcelo Díaz, la antología de poesía y ciencia ficción argentina Los Fuegos de Orc. Coordina, junto con Tom Maver, la página Malón Malón.  

Charla con poetas: Alicia Genovese - Fundación Victoria Ocampo (Agenda)



La Fundación Victoria Ocampo invita a su actividad Charla con poetas: Alicia Genovese, entrevistada por Ivana Romero y María Esther Vázquez.

Miércoles 13 de mayo, a las 19. (Puntual)
Asociación Biblioteca de Mujeres - Marcelo T de Alvear 1155 
Vino de honor.
Informes : 4804 1344

Acerca de las participantes en la charla


Alicia Genovese 


Es profesora en Letras, poeta y ensayista. Continuó sus estudios en la Universidad de Florida, Gainesville, EEUU, donde obtuvo un Master of Arts y finalizó su doctorado en Literatura Latinoamericana. Publicó ocho libros de poesía. Ha sido traducida al inglés y al francés. También es autora de los libros de ensayo La doble voz. Poetas argentinas contemporáneas y Leer poesía. Lo leve lo grave lo opaco. Durante varios años colaboró como crítica literaria en suplementos literarios y revistas especializadas, tarea que ocasionalmente continúa. Actualmente, coordina talleres de escritura de poesía y tiene a su cargo el departamento de Literatura de la Universidad Kennedy.

Entre otras distinciones recibió en 2002 la Beca Guggenheim y el primer premio en poesía del Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz 2014 por un libro de poemas: La contingencia, que se encuentra en proceso de edición.

Ivana Romero 

Nació en Firmat, provincia de Santa Fe, en 1976. Es Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario y Magister en Periodismo por la Universidad de San Andrés. Vive en Buenos Aires desde 2007 y trabaja en la sección cultural de diario Tiempo Argentino. Además colabora con diversos medios; entre ellos, la revista de literatura La Balandra.

Textos suyos fueron incluidos en diversas antologías, entre ellas De la sombra a la luz. 12 narradores jóvenes(Editorial Municipal de Rosario, Rosario, 2006) y Nada que ver (Caballo Negro/Recovecos, Córdoba, 2012). Publicó el libro de poemas Caja de costura (Eloísa Cartonera, Buenos Aires, 2014) y la crónica autobiográfica Las hamacas de Firmat (Editorial Municipal de Rosario, Rosario, 2014).
Administra desde 2009 el blog El corazón de las cosas.

María Esther Vázquez


Nació en Buenos Aires, en 1937. Comenzó su actividad literaria en 1957 en la Biblioteca Nacional, dirigida entonces por Jorge Luis Borges, y tuvo una estrecha relación literaria con el grupo Sur. Trabajó con Borges más de dos décadas, y ha escrito en colaboración con él Literaturas germánicas medievales e Introducción a la literatura inglesa. Es autora de una importante obra narrativa, premiada en numerosas ocasiones, en la que destacan La memoria de los días y Crónicas del olvido, y sus biografías Borges, esplendor y derrota (que obtuvo el 8° premio Comillas de la editorial Tusquets de Barcelona) y Victoria Ocampo, el mundo como destino (Premio Konex). Su libro más reciente se titula Estrategias de la pena (poemas).

Como periodista, colaboró en distintos diarios del país y del exterior: sólo para La Nación publicó más de mil quinientas notas. Compartió su vida con el poeta y traductor Horacio Armani, quien falleció en 2013. En la actualidad dirige la Fundación Victoria Ocampo. Recientemente recibió en Santiago de Compostela el IX Premio Rosalía de Castro, galardón literario español por toda su trayectoria.

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