Salón de fiestas, de Emiliano Pastor (Teatro-Entrevista)



Emiliano Pastor nació en España, pero hace ocho años que se instaló en Argentina, país al que lo une sus raíces paternas. Se formó en el Instituto de teatro de Barcelona y con directores nacionales como Emiliano García Wehbi y Cristian Drut. Trabajó en cine, campo en el que dirigió, entre otras piezas, el largo independiente Los cipreses, siendo el teatro su foco principal por estos días.

En agostó estrenó Salón de fiestas, espectáculo dinámico en el que cinco actores en simultáneo transitan temas -por momentos dolorosos, por momentos alegres- como la niñez, la muerte y el paso gozoso (o no) que podemos procurarnos en nuestro paso por la vida.

Te invitamos a conocer más a este joven dramaturgo y director, quien nos cuenta cómo fue el proceso de puesta a punto de su sugestiva pieza que puede verse todos los domingos en el Abasto social club:

Revista Lucarna: ¿Qué diferencias encontraste entre el producir teatro acá y en España?
Emiliano Pastor: Existe una estructura diferente en ambos lados. Al haber menos teatro independiente en Barcelona, hay también una menor cantidad de dramaturgos y directores. Acá, por el contrario, se da una mayor diversidad estética y de propuestas arriesgadas.

Con respecto al público, en Argentina, muchas de las personas que van al teatro hacen teatro. En Barcelona es diferente, es un público de mayor edad y no hay tanta endogamia. Lo interesante en Argentina sería poder llegar a una gama más amplia de espectadores.

RL: Salón de fiestas no tiene una estructura narrativa clásica, ¿cómo construiste el texto?  
EP: Partí de ideas sueltas. Sabía que quería trabajar sobre el universo de la fiesta y tenía una idea general de estructura. Empecé a trazar fragmentos, muchos más de los que después quedaron en la obra. Luego, con ese material traté de hacer una dramaturgia que lo hilvanara de tal forma que generase un orden pensado a nivel de ritmo, sensaciones, temas y atmósferas, como si fuera una partitura musical.


©Mariano de Rosa
Me interesaba además que el sentido final no fuera cerrado, para que el espectador pudiera entrar en la obra desde diferentes ángulos, armando una constelación propia en base a las identificaciones que logre ecnontrar.

RL: ¿Ese hilvanado lo definiste en escena o fue un trabajo de gabinete?
EP: Fue 100 por ciento en solitario: yo y mi computadora. Claro que a partir de los ensayos se incorporaron cosas nuevas -algunas propuestas por los actores- y así la obra se fue modificando. Creo que es bueno ser flexible en ese sentido. Ser autor y director te da la ventaja de ser libre y no tomar el texto dogmáticamente: si un actor te propone algo mejor, lo cual me pasó, por qué no tomarlo.

Para darte un ejemplo, cuando los actores se encontraron con los personajes, éstos se profundizaron. Al ser la obra una sucesión de estados que no están conectados por una narrativa convencional, tuvieron que inventar una naturalidad propia de este universo y ese fue un reto difícil. 
"Salón de fiestas maneja un código bipolar -explica Pastor-. Salta de lo luminoso a lo oscuro de una forma muy rápida. La fiesta es una especie de antítesis de la muerte, que es otro tema que presenta la obra, y también una forma de hablar de la necesidad de construirse un pasaje placentero y alegre por esta vida". 
RL: ¿De qué forma lograron hacerle frente a ese reto?
EP: En principio busqué actores con una energía cercana a la de cada personaje para que la construcción no quedara demasiado artificial. Me interesaba que pudieran defender con mucha naturalidad una puesta que podía resultar muy artificiosa, para que el público pudiera identificarse fácilmente.

©Mariano de Rosa
Lo primero que empezamos a trabajar fue la naturalidad de los estados. Que no se preocuparan por la forma, ni yo por la puesta, sino que se centraran simplemente en habitar lo que sucedía en cada momento para que luego, cuando se tomaran decisiones un poco más artificiales -como el trabajo con la utilería o la disposición espacial-, pudieran llegar desde una forma orgánica.

Luego nos centramos en pulir acciones que parecen marginales y simples -aquello que no está en primer plano-, pero que si no se les daba un trato especial podían hacer sentir un poco perdidos a los actores.

Por suerte se armó un grupo talentoso con el que es muy lindo trabajar. Fundamentalmente eso hizo que todo fluyera de forma muy alegre para todos y que los ensayos fueran una fiesta. 

RL: La obra tiene un vestuario muy vistoso y prolijo, ¿cómo fue su diseño?
EP: Federico Brú lo realizó con mucho amor y calidad, junto a su asistente Lucio Giagnorio. Todo el vestuario de la obra fue hecho a mano, por lo que yo sufro un poco durante las funciones, a diferencia de Brú. Él es muy generoso, sabe que la obra produce bastante enchastre y nunca tuvo problema con eso. 

RL: ¿Les costó dar con el teatro para poner la obra?
EP: Dejamos carpetas en varios teatros. El espacio que se interesó en nuestra propuesta fue el Abasto social club, con el que ya teníamos cierto vínculo anterior, así que fue bastante natural llegar a allí. Y eso fue bueno, porque entre los espacios que habíamos pensado éste es el más lindo en cuanto a la disposición: como es bastante apaisado podía parecer perfectamente un salón de fiestas. 

RL: ¿Cuál es la relación de la puesta con el público?
EP: Como el espectáculo es bastante participativo, hay cierta dependencia con el público. Hay una zona que se modifica de función a función por como es la propuesta, sin cuarta pared y con algunos fragmentos en los que los actores se dirigen a los espectadores.
"Lo que me interesa es construir espectáculos desde cero y no a partir de los textos de otros. Si solamente escribiera sentiría que me quedo a medio camino. La autoría de la obra, en mi caso, es del texto como de la puesta. Así lo vivo".
RL: ¿En tu escritura tenés en cuenta los espacios en los que el teatro independiente se maneja en la ciudad? 
EP: Sí, soy partidario de tener en cuenta cuestiones concretas y prácticas como el dónde se va exhibir la obra o incluso con qué actores se va a trabajar, porque es la realidad con la que después te vas a encontrar.

De todas formas, me parece completamente válido que un autor escriba de una forma muy cerrada con respecto al universo de su obra y que después, al momento de dirigir, encuentre cómo solucionarlo. Son dos posturas posibles. Uno decide. 

©Mariano de Rosa
"Salón de fiestas es imaginativa, dinámica y fresca. Toca temas que pueden ser densos o dolorosos, con sorpresas que se suceden unas tras otras. Además, los actores son muy buenos y sostienen muy bien el espectáculo. Quedan todos invitados".
Dónde: Abasto social club. Yatay 666.
Cuánto: 100 pesos, 80 con descuento.
Cuándo: Domingos a las 20:00.

Ficha técnico artística
Dramaturgia y dirección: Emiliano Pastor.
Actúan: Lucila Brea, Paula Castagnetti, Joel Drut, Matías Pellegrini Sánchez y Raúl Vega.
Diseño de escenografía: Manuel Escudero.
Realización escenográfica: Los Escuderos (Manuel y Lucía Escudero).
Diseño de iluminación: Francisco Hindryckx.
Diseño y realización de vestuario: Federico Brú.
Asistencia y realización de vestuario: Lucio Giagnorio.
Diseño gráfico: Leandro Ibarra.
Fotografía: Mariano de Rosa.
Asistente técnico: María Lucía Ortiz.
Asistente de dirección: Sol Pittau.
Producción: Emiliano Pastor y Sol Pittau.