Diario de Yoko, de Jimena Repetto (Literatura-Adelanto)


A Jésica, María Rosa, Paula y los rescatistas de Berazategui y Parque Centenario.
A la veterinaria Fénix.
Al vecino del edificio de enfrente que cuidó a Yoko.


Atención dueños del perro 5to piso:
Quería avisarles que el perro cayó de la cornisa sobre un auto.
 Tocamos timbre pero, al no encontrar a nadie, tuvimos que dejarlo en la calle en una bolsa naranja.
Revisamos si respira pero parece que con el golpe tuvo una hemorragia fuerte y no aguantó.

***

Mayo

El domingo pasado nos quedamos toda la tarde con Pablo viendo películas en la cama. Estábamos muy cansados por la internación. Vos te acostaste a mis pies. En algún momento, Pablo nos sacó una foto que salió fuera de foco y algo oscura. Mirás a cámara. Es la última en la que estamos juntas. 

Pasaron seis días. Son las 3 de la mañana. Afuera ladra el perro del encargado del edificio y te recuerdo. Y así cuando cantan los pájaros o suena la puerta del ascensor y espero que ladres. Estoy atrapada en la repetición.

El mundo es mucho más feo sin vos. No encuentro otra palabra.

Sigo pensando por qué te caíste y no puedo dejar de imaginar el peso de tu cuerpo en el aire.

Mañana tengo que ir a dar clases y no quiero. No puedo faltar porque ya estuve de licencia. Todo fue muy complicado en los últimos meses.

El fin de semana salió el sol, como te gustaba. Te echabas en el balcón los días celestes. Estoy segura de que dormías la siesta entre las plantas antes de que todo empezara. Las caídas empiezan por algún lado.

En este momento me cuesta creer en algo, sin embargo quiero creer que estás bien. Quiero creer que estás. 

Ayer se cumplieron cuatro años desde el día que nos conocimos con Pablo. Nos despertaste a la mañana y él te quiso sacar del dormitorio. Yo me reí porque abriste la puerta con la pata. 

Estoy enojada. Estoy triste. Estoy apenas. Pienso que vas a llegar y me doy cuenta de que imaginar la muerte como un viaje da la esperanza de un regreso. 

Despedirse es un acto de presente, de pasado y de futuro. Un estado de absoluta confusión. 

***

En una de las escenas que imagino pasa esto: Yoko cae desde el cielo y aterriza arriba mío. La atajo de alguna forma, ella me mira y sale caminando. Me salta a las piernas y me pregunta si estoy bien. 

En mi cabeza cae una y otra vez: patas para arriba, lomo al cielo, de costado. Las orejas le aletean con el viento. Y esos segundos de pánico sólo suceden. Son un instante recortado del movimiento del mundo.

¿Cuánto tiempo tardó? Trato de acordarme la fórmula de los cuerpos en caída libre. La imagino en vuelo hacia otro lugar. Adquiere habilidades imposibles.

Pero aterriza sobre un capot.

Cierro los ojos y reconstruyo lo que vino después: la gente que camina por la calle se espanta; forma una ronda; comenta sobre la perra; dice que podría haber matado a alguien; el dueño del auto putea. ¿Trató de reanimarla?

Quiero entender cómo puede ser que nadie la haya llevado a una veterinaria, que la hayan puesto en una bolsa naranja para que yo la identificara y me dejaran una nota sin firma. Necesito saber quién estuvo ahí, que me jure que murió en el instante y no llegó a sufrir después del golpe. 

Arranco con las teorías conspirativas: una ráfaga de viento arrancó la protección del balcón. No. El gato la agujereó cuando se afilaba las uñas. Yoko salió por el agujero que se adivinaba entre los barrotes. Caminó por la cornisa que tiene noventa centímetros de ancho y ocho metros de largo. En ese momento, alguien disparó una bala de aire comprimido desde la terraza de enfrente. O estalló una bomba de estruendo en la plaza. Alguno de esos elementos, sumado a una potencial pelea con Simba, la hizo caer. 

No la debería haber dejado salir. Aunque rascara la puerta desesperada porque ahora vivía en un departamento y antes corría en una terraza. 

La cornisa. Eso me perturba de la nota que me dejaron. ¿Cómo sabían de la cornisa si desde abajo sólo se ve un balcón? ¿Alguien la vio? Vuelvo al principio: ¿qué pasó esta vez que nunca había pasado? Y, una vez más: ¿por qué?
 
***
Necesitábamos espacio. En la ciudad eso hace mucha falta eso. 

Nos mudamos a un departamento con un ambiente más y un balcón para Yoko.

Ahora tenemos más espacio del que necesitamos.

Tomamos decisiones sobre el futuro con la ilusión de domarlo y después todo se sale de control.